
(Este reto consiste en escribir, cada mes, un relato de 5 líneas que incluya las tres palabras propuestas. Si eres nuevo por aquí, te pido que leas cuidadosamente las normas.)
FEBRERO:
Conocimientos, temblor y quiero.
Siempre ha pasado su vida por el filtro de la mente. Lo importante era acumular conocimientos que le ayudaran a entender el mundo. Pero ya no es suficiente. Necesita conectar con su corazón, sentir el temblor de la emoción que llega y recibirla como la orilla acoge a la ola que se rompe en ella. Y esperar que no sea demasiado tarde para pronunciar esas palabras que al fin comprende: «te quiero».
Por Adella Brac.
Si va por la calle y pasa por una obra, apiádese de los incautos vecinos. Seguro que hay alguna hormigonera escupiendo su ruidosa carga y el temblor batirá récords en la Escala Richter. Será un quiero y no puedo, evitar que entre el polvo por las rendijas que dejan las indiscretas ventanas. En estos casos es necesario tener conocimientos de Filosofía, mejor de la escuela estoica.
Por Lorenzo.
Creía que los conocimientos que tenía en arquitectura eran suficientes, pero en cuanto el temblor de su mano derecha apareció de nuevo, comprendió que no podría.
—Solo quiero continuar ejerciendo mi trabajo, murmuró.
Sin embargo, en el fondo sabía que era imposible. Subió a la torre de la iglesia. Miró al vacío. No dudó. En un instante acabó su sufrimiento.
Por Nuria de Espinosa, del blog Entre luces y sombras.
Los cimientos de la civilización están por derrumbarse, literalmente, ante la magnitud de los socavones producidos desde Yellowstone hasta la laguna del Diamante. Yo no quiero ganar votos para las próximas elecciones, como están haciendo los presidentes de turno al generar falsas esperanzas al pueblo. Yo busco expertos en la materia, con conocimientos que puedan explicar el temblor que todos sentimos tres días atrás.
Por Cris.
La falta le duele aún más que la acción en sí. Un ligero temblor recorre su espalda mientras relee la misiva. Tantos años, tantos conocimientos compartidos. Una vida juntos y todo termina por un mal entendido que él, ya no quiso discutir. “¡Todavía te quiero, podemos intentarlo!” pone en el penúltimo renglón de su escrito y ella lo entiende, incluso lo justifica, pero no puede volver, no con quien se despide poniendo. “A pesar de todo lo que haigas hecho, siempre te amaré”.
Por José Torma, del blog Cuentos, historias y otras locuras.
Me encanta la gente que hace que el tiempo se detenga, que te olvides de mirar el móvil y hasta de que tenías que pasar por el supermercado. Así era él. No sólo me aportaba conocimientos sobre temas apasionantes, sino que desprendía tal energía, que parecía magia. Todo el mundo caía rendido a su verbo, a su sonrisa y a su mirada azul como el horizonte. Quiero recordarlo así, aunque sea incapaz de controlar el temblor que me quiebra la voz cuando pronuncio su nombre.
Por Magdalena Barreto, del blog Mi vida en retales.
Noto el temblor en el suelo y, de repente, todo se resquebraja por dentro. Como si de una simbiosis se tratase, el movimiento acelerado en la tierra y en mi casa también agita por completo mi interior. Todos mis anhelos, todas las personas que conocí y todos los conocimientos que adquirí se difuminan en tan solo unos segundos. Un solo pensamiento permanece claro. Quiero recordar mi vida como lo que ha sido: un maravilloso viaje.
Por Alicia.
Ni todos los conocimientos del mundo pueden aliviar el temblor que siento cada vez que le veo. Siempre que nos encontramos quiero besarle, abrazarle, dormir con él y ver juntos el amanecer. Pero no es más que un sueño, un anhelo un deseo que ojalá pronto se haga realidad.
Por Do.Lobera, del blog Do.Lobera.
Se tardan demasiado. Convinimos que vendrían por mí en una hora. Sin embargo, han pasado casi dos. Un temblor atraviesa mi cuerpo por el calor. Quiero regresar. Ni con todos mis conocimientos me imaginé un futuro así: un mundo destruido y lleno de insectos. De repente, el portal temporal aparece y veo a mis compañeros en el presente despidiéndose. La puerta se cierra. Nunca pensé que su envidia los llevaría a usar la máquina del tiempo para abandonarme después del fin del mundo.
Por Francisco Velandia, del blog Pacho escribe.
No te asustes. ¿Este temblor? No es nada, de verdad. Lo provocas tú cuando te veo. Es el resultado de toda la ilusión que me hace tenerte aquí, a mi lado. ¿Parezco imbécil, verdad? Como si todo ese tiempo que he dedicado a estudiar, a adquirir conocimientos con los que avanzar en mi carrera, hayan sido en vano. Me da igual. No, no te vayas. Te quiero aquí, conmigo. Solo un rato, solo un poquito más…
Por Agnes.
Aleena y Duaan se dieron el «sí quiero» un atardecer tormentoso en un mar bravío. A ambos les unía la curiosidad por los conocimientos de lejanos lares y así, con la ayuda de un conjuro de la cecaelia Andraee, se fueron a visitar el mundo de los humanos. En ocasiones, no obstante, cuando se encontraban tierra adentro lejos del mar y sentían el temblor nostálgico por su hogar submarino, sellaban el pequeño apartamento en el que vivían, lo inundaban de agua hasta el techo y buceaban.
Por Luis J. Goróstegui, del blog Observando el paraíso.
El temblor en mis manos era incontrolable, no podía evitarlo, frente a mí, la persona que más admiro me ha hecho partícipe del proyecto que reúne la totalidad de sus conocimientos. Era una locura total, el proceso más cruel y detestable que pudieras imaginar, sin embargo, siguiendo la norma humana de anhelar el saber, aquello me fascinó. No te miento cuando digo que te quiero, eres la persona que más amo en el mundo, pero no hago esto solo por ti, lo hago por el mundo.
Por Moonmay, del blog ¿Qué es esto que siento?
El aviso para la convocatoria había sido demoledor y todo se tambaleó como si de un temblor se tratara. Ella lo sabía, formar un equipo no había sido fácil, conseguir los conocimientos necesarios, congeniar los diferentes caracteres, sumar para sacar adelante el proyecto, y ahora todo eso se desmoronaba. «Lo lograré de nuevo» se dijo, «quiero demostrarlo», y tomó sus documentos, respiró hondo y entró en la reunión.
Por Carmen, del blog Propuestas and made.
Un temblor recorrió cada hueso del muchacho. Cuánto necesitaba los conocimientos que un día su padre le ofreció. Ahora estaba indefenso ante aquella bestia con forma de hombre. No quiero morir, se decía. Sujetó con fuerza la empuñadura del sable. ¡El tipo saltó sobre él!… Luego… el silencio fue total. El cuerpo del atacante estaba a sus pies… sin cabeza.
Por Apalonn Lee, del blog El reto.
Me falta tanto aprender para llegar a lograr mis metas. No puedo con todo lo que necesito para lanzarme y progresar en mis sueños. Voy por aquí y allí buscando atajos que me ayuden en el camino. Quiero creer que un día vendrá a mí como un temblor de conocimientos, y así poder realizar mis sueños sin atajos, pero a la vez creo que esos atajos son compartir y saber quienes me señalizan el camino para que sea posible llegar.
Por Diana Rosa Conti.
Había una vez una niña llamada Anto, que adoraba aprender cosas nuevas. Un día, leía un libro sobre sismos y comenzó a sentir un movimiento en su casa. Anto comprendió que estaba ocurriendo un terremoto y gracias a sus conocimientos previos, supo qué hacer para mantenerse a salvo. Se armó de valentía para enfrentar su miedo, siguió las instrucciones y logró sobrevivir al temblor sin daño alguno. A partir de ese momento, ella se dijo: «quiero estar preparada para cualquier realidad».
Por Marlen Larrayoz, de El blog de Trujamán.
Pretendía regalarte algo especial, sincero. Nada tan trivial que se pudiera comprar, como un perfume, unos bombones en caja roja, una fría joya. Iba a escribir un poema de amor, pero, ay, se ha apoderado de mí un temblor al darme cuenta de que carezco de los conocimientos necesarios para componer un simple soneto. No soy Lope de Vega, ni Bécquer, ni Poe. Así que mi poema constará de un solo verso y dos palabras honestas, sin golondrinas ni madreselvas: Te quiero. Y nada más.
Por Anabel Samani, del blog Anabel Samani.
Un momento sin temblor en mis manos. Aprovecharé para escribir la lista de los lugares donde se hallan encerrados los verdaderos conocimientos. Con su magia, la bruja trató de impedírmelo en su afán de seguir sometiendo estas tierras, pero no consiguió anularme del todo. No quiero que esa joven novicia se sacrifique por mí para romper el hechizo; estoy terminando la lista y no hará falta… ¡Eh!… ¿qué hace ella?… ¡No!
Por Daniel A.M., del blog La narrativa de Daniel A. M.
Era la recta final del programa, de seguir así, el sabio televisivo se llevaría el bote. Dominaba, en un alarde de conocimientos, prueba tras prueba sin apenas inmutarse. Salvo por un temblor en su voz antes de cada respuesta. Quiero culpar, como espectador, de ese detalle a los nervios del directo. Hasta la gran pregunta. Cuando en un decepcionante intento por encontrarle lógica su cerebro de androide se achicharró.
Por M.Hourloon.
Tragó la pastilla, esperó paciente, nada, ninguno de sus conocimientos como psiquiatra le ayudaban. Intentaba recordar pero… blancura infinita, escalofríos y un temblor… solo brotaban sus últimas palabras, como un mantra… te quiero, te quiero, te quiero… pero ni su taciturno rostro, ni su melena rebelde, ni sus atrevidos pechos, ni su insultante cadera. Como restos de un naufragio sólo perduraba aquel cálido susurro escondido entre las sábanas de aquel prostíbulo de carretera.
Por Carles Leo, del blog El páramo de Carles Leo.
Me sobran conocimientos, aunque no tantos como para conocerte mejor. Me sobra paciencia, y no me sobras tú. Cuando me tocas, un temblor recorre mi cuerpo desde los pies a la cabeza. Otras personas me acariciaron; pero no de esta forma tan especial. Mientras las mismas sensaciones nos invadan, seguiremos avanzando juntos. Un pacto sencillo resume nuestra relación, al menos, para mí: si yo te quiero lo suficiente; tú, mucho más.
Por Juan Fernández Vicente, del blog «Poemas».
LA GUIONISTA. Un ligero temblor en los labios de ella al pronunciar las palabras «sí, quiero», un brillo en la mirada de él. Una lágrima empapa el pañuelo bordado de la madre en el primer banco de la iglesia y el padre asiente con un gesto de aceptación. Estaba claro que los conocimientos básicos los tenía, ahora solo faltaba buscar una trama simple y un par de actores resultones. Las sobremesas de los domingos estarían aseguradas y su alquiler, pagado un par de meses más.
Por Aurora Rapún Mombiela, del blog La historia está en tu mente.
El estruendo de una nueva explosión provoca un fuerte temblor que sacude nuestro improvisado campamento. Antes de que se me agote el tiempo, quiero dejar constancia, aunque sea de este modo tan precario, del más preciado de los conocimientos que he atesorado: no existe ninguna verdad absoluta, el amor quebranta cualquier barrera y ninguna vida transcurre en vano si alguna vez logró hacer sonreír a un semejante. Este es el secreto de la felicidad.
Por Javier Sánchez Bernal, del blog La buhardilla de Tristán.
¡Quiero todos los conocimientos! Grité con un temblor en la voz que jamás había oído. Con el paso de los años me había vuelto bastante huraño, y todo se volvía confuso a mi alrededor. Ahora, enfrente del espejo apenas podía reconocer mi persona y le gritaba a ese que estaba enfrente de mí como si fuera un desconocido. Desde la puerta la cuidadora me miraba con compasión, como se mira a los viejos que ya están en su último trecho.
Por Nahnnuk.
No podía controlar el temblor en las manos y la barbilla aunque puse en práctica todos los conocimientos recién adquiridos sobre relajación con respiraciones profundas. Quiero, necesito explicar mi estado emocional en aquel momento. Acababan de informarme que me otorgaban una subvención a un proyecto a pesar de que les expliqué que había sido un fracaso total.
—Las actas ya están confirmadas y firmadas —me explicaron.
Por Mercedes Menéndez Aguirre.
Cada vez que le veía los conocimientos de sus sentimientos se revelaban ante sí. Un temblor estremecía su cuerpo estando a su lado, difícil permanecer indiferente en su presencia. Era necesario ponerse en movimiento para que nadie se percatara de la verdad que escondía. Estaba en serios problemas porque estaba comprobado estaba enamorada y se decía: ¡lo quiero! El caso, es que él permanecía impasible a sus sentimientos y ella no sabía qué hacer al respecto.
Por Minerva Hernández García.
Me invade un fuerte temblor cada vez que pienso en las alternativas posibles. En todos los lugares por visitar, conocimientos por adquirir, personas a las que conocer… El tiempo, limitado, no me permitirá abarcarlas todas, y la avidez y la codicia en ocasiones pueden nublarme en el camino. Pero al final, sea poco o mucho el tiempo que me quede en este valle de lágrimas, lo importante es compartirlo con aquellos que quiero.
Por Antonio Jimenez, del blog Escribe y golpea.
Carecía de conocimientos sobre qué hacer. Con su cuerpo aprisionado, apenas podía girar el cuello. Recordó el temblor y su pánico. Luego no supo más hasta ahora. Se sintió desvalida, se propuso no desesperar. «No quiero llorar. Resistiré. Gritaré a ratos, ya me oirán». Al cabo de tres días alguien respondió. Solo cabía esperar. La animaron diariamente, hasta que un día solo hubo silencio: la montaña de escombros pudo más.
Por Saricarmen, del blog Desde el cielo.
Quiero decirles a los del Consejo que no estaba equivocado, pero un ligero temblor me invade de pies a cabeza. No, no es miedo, solo el reflejo de una honda emoción, la de conseguir lo soñado. Saber que la convivencia no solo puede ser posible, sino también muy fructífera. Admitir que seguimos siendo hermanos… Juntos, terrícolas y marcianos, hemos logrado lo impensable: ampliar nuestros conocimientos trabajando codo con codo.
Por MJ RU1Z, del blog Eleeabooks.
«Te quiero… » me dijiste. Sentí volar. Todo se iba a solucionar, pensé emocionado. Ni mil palabras, ni todos los conocimientos juntos de este mundo podrían explicar mi euforia. Un temblor expectante recorrió mi cuerpo por unos segundos, pero tan solo por unos míseros segundos. Porque tus ojos me decían otra cosa; les siguieron tus labios huérfanos ya de los míos. «…fuera de mi vida».
Por NO SOLO LEO, del blog No solo leo.
Durante un sueño, se corre el velo de la noche y una figura fantasmal pasa a ocuparlo todo. Mi pecho se agita, un temblor me recorre, no hay suficiente aire aquí. No quiero asustarme, pero esa cosa me habla sin tener una boca, me observa sin ojos que yo identifique. Y así, sus conocimientos son míos. Sé qué debo hacer para romper el hechizo: encontrar un alma que crea en lo que tengo para decir. Sería ideal, si yo no fuese la peor mentirosa del reino.
Por Cyn Romero, del blog El frasco de historias.
Dijeron que era un payaso. Vestía de anaranjado. Entró llorando y con un tremendo temblor. Era un menor de edad no acompañado, estaba mojado y me dijo: No tengo conocimientos para defenderme. Acabo de escapar de una situación abusiva. Un enmascarado me llevó a un escenario claustrofóbico. Tras miles de intentos escapé. Quiero encontrar a mi padre. Me llamo Nemo.
Por Aurora Roger Torlá.
Un incontrolable temblor se apoderó de mí al entrar en aquella enorme sala. A pesar de estar yo convencido, plenamente de mis conocimientos, no pude evitar ese titubeante andar hasta llegar a la mesa que me correspondía; Para cumplimentar, nuevamente y cuarenta años más tarde, el examen teórico de conducir. Después de quedarme sin puntos por varias infracciones del código, si quiero volver a conducir, no me queda otra (entre jóvenes en su primera vez) que aprobar este dichoso test.
Por jm vanjav, del blog jm vanjav hasta en 500 palabras +
¿Sabías que mis suscriptores conocen las palabras del reto antes que nadie?
Hola, Adella:
Cuánta variedad de micros. Yo me tiré a San Valentín jajajaja
Micro enviado.
Un beso grande.
Y lo has hecho muy bien, un micro muy bonito 🙂
¡Un abrazo!