
(Este reto consiste en escribir, cada mes, un relato de 5 líneas que incluya las tres palabras propuestas. Si eres nuevo por aquí, te pido que leas cuidadosamente las normas.)
NOVIEMBRE:
Puerta, mañana y lado.
El dolor de la pérdida te ahoga y buscas oxígeno en la convicción de encontrar una puerta al pasado. Viajes en el tiempo, teoría cuántica, agujeros de gusano. Regresiones, alquimia, wicca. Te obsesionas de tal manera que olvidas a los que están vivos. El tiempo pasa muy deprisa y una mañana no reconoces al anciano del espejo. La oscuridad se materializa a tu lado pero no lleva guadaña sino un anj al cuello y demasiado rímel en los ojos.
—Deberías haber disfrutado más el presente.
Por Adella Brac.
Viajando en una caravana de la Ruta de la Seda, congenié con una sanadora. De noche, los bandidos atacaron el campamento. Huimos juntos, pero sus flechas nos buscaban. «Id hacia la palmera», dijo alguien invisible. Intentamos alcanzarla en la oscuridad… Desperté asustado; ella estaba a mi lado, en mi cama… ¿la actualidad? Me levanté, abrí la puerta del balcón y la mañana me saludó. Pero, al volverme, ella había desaparecido.
Por Daniel A.M., del blog La narrativa de Daniel A.M.
Una mañana de otoño, María, al cruzar la puerta de su casa, vio una nota en el felpudo cuyo extraño mensaje decía: «sigue tu instinto y elige el lado correcto». Confundida, tomó el camino de la derecha, pronto vio una bifurcación. Siguió su instinto, y eligió de nuevo el lado derecho, adentrándose cada vez más en el sendero. Al final del camino, había una roca con una cruz y sobre ella dos anillos de oro. Los cogió, sonrió y pensó: «Daniel tiene una forma curiosa de pedirme que me case con él».
Por Nuria de Espinosa, del blog Bitácora Literaria.
En el edificio que está al lado del mio, han puesto un par de (en mallorquín esto quiere decir varios) pisos dedicados al alquiler vacacional. Mañana voy a ir al mercado negro a comprar un bazoka. Después iré con una carpeta bajo el brazo, con todos los recibos de la contribución, del agua, de la basura, y de todo lo que el ayuntamiento tiene a bien pedirme desinteresadamente. Tocaré la puerta amablemente y procederé de la manera oportuna.
Por Lorenzo.
Cada mañana salgo por la puerta de mi casa, la cierro y me voy. Justo cuando estoy girando la esquina, me entra la duda y tengo que volver a ver si está bien cerrada. Y así paso mis mañanas con prisas antes de ir al trabajo. Pero al volver, no es la puerta de la casa la que me hace temblar, es la puerta del coche la que me obliga a dar media vuelta. Suerte que siempre estoy al lado para volver. Qué cabeza la mía.
Por Do.Lobera, del blog Do.Lobera.
El taller de escritura no tenía puerta. La sensación de entrar en una ducha al atravesar aquella cortina era desconcertante. En un lado había una caja cerrada, en el otro, un micrófono solitario. No había nadie. Esa mañana le habían asegurado que estaba inscrita correctamente y que ya no quedaba ni una plaza libre. De pronto, la caja se abrió y la aspiró a su interior donde se estaba desarrollando el taller con absoluta naturalidad. Así que tomó asiento, sacó su libreta y empezó a escribir.
Por Aurora Rapún Mombiela, del blog La historia está en tu mente.
Cruzar esa puerta era imposible, siempre era mañana el día elegido para ello, un mañana que nunca se transformaba en hoy, una puerta tan pesada, tan robusta, una puerta que le impedía seguir avanzando, que le impedía dejar de lado el pasado y disfrutar de una vida libre de dolor, del dolor que llegó un día de noviembre, un día que amaneció nublado, un día que parecía ser como otro cualquiera y, sin embargo, fue el día que aquella puerta se cerró al futuro.
Por Ana, del blog Cuéntame algo… mejor, escríbemelo.
«La puerta del mañana queda al lado». Dice el pequeño de ojos cafés. «La que tiene enfrente es la de hoy; como dice mi madre ‟hoy estamos aquí, mañana no sabemos”, la de la derecha es del pasado y no necesita llave, esta abierta». Su rostro se ilumina y sonríe mientras me ofrece la llave del hoy. Retrocedo y observo. ¡No puedo! Grito y entro en la puerta del ayer. Su sonrisa se borra y guarda las llaves. «Lo intentaremos mañana». Dice mientras se aleja con lágrimas en sus ojos.
Por José Torma, del blog Cuentos, historias y otras locuras.
Cansada de que su marido le diera de lado, Sandra ideó un plan. Hizo la maleta en una mañana fría y lluviosa, abrió la puerta y dijo: «¡Se acabó», a lo María Jiménez. No llegó muy lejos. Una patrulla de policía la paró. Habían encontrado a su marido sin vida y era la principal sospechosa. Idear planes nunca le había salido muy bien.
Por Melisa Gen.
En un mundo perpetuamente nocturno, Aftab trabaja con la idea de traer la luz del día. Por fin logra crear la Puerta de la Mañana Eterna. Lleva a un lugar donde siempre es mañana. La gente se entera, ansía ver la luz del amanecer. Pero con cada persona que cruza, el otro lado se torna más oscuro, como si estuviera consumiendo su propia energía. Aftab se da cuenta de que la puerta está agotando la vitalidad de su mundo y toma la dolorosa decisión de cerrarla para siempre.
Por Marlen, de El blog de Trujamán.
Comienzo de semana y ya de mañana, como una rutina más, sale a la búsqueda de ese pequeño tesoro que compartirá en el reto que cubría otra de sus pasiones, la de retener, en formato pixel, aquello que su mirada curiosa detecta mirando de lado a lado. En forma de puerta o ventana, abiertas o cerradas, imagina qué sucede al otro lado.
Por Carmen, del blog Propuestas and made.
De repente la puerta se abrió dando paso a una mañana fría y desapacible. El muñeco de nieve aparecía de lado, medio deshecho. La zanahoria que hacía las veces de nariz había desaparecido. El sombrero salió volando ante mis propios ojos y la bufanda roja fue arrastrada por una fuerte racha hasta mis pies… Más que un muñeco parecía un pobre espantapájaros desnudo, deforme y solitario sobre un manto de nieve, condenado su destino al vaivén de una furiosa ventisca. ©lady_p
Por lady_p, del blog courier12.news.blog.
El rotundo golpe de la puerta al cerrarse es una puñalada que me desgarra el corazón. Me meto en la cama y me tapo la cabeza con el edredón, decidido a negar que te has marchado para siempre, convencido de que mi vida carece por completo de sentido si tú no estás en ella, esperando contra toda esperanza que mañana por la mañana, al despertar, tu cuerpo tibio se encuentre de nuevo enroscado bajo las sábanas, a mi lado.
Por Ana María Abad, del blog Sin lápiz ni papel.
La puerta se cerró. No se asustaron, la luz de la mañana estaba cerca.
―Te dije que no habría nada.
―Lo sé, pero había que venir. Brujas, fantasmas, guarida de hombres lobo y vampiros… Se dicen tantas cosas del castillo que había que comprobarlo.
Entonces, a su lado, se materializó una sombra. Nunca supieron qué clase de monstruo les arrebató la vida. Se dieron cuenta de que les daba igual, el monstruo era el mismo: la muerte encarnada, solo su forma cambiaba.
Por Anabel Samani, del blog Anabel Samani.
Vivo en una ansiedad constante por saber qué hay al otro lado. Observar cada día, durante más de cuarenta años, esa puerta misteriosa en la zona más apartada del castillo de mi abuelo y no poder descubrir los secretos que a buen seguro alberga. Y todo por una promesa irracional… o más bien, por la maldición que me espera si la incumplo. En cada despertar, me repito: «tal vez mañana…», pero nunca llega ese instante que mi curiosidad tanto ansía. Sucumbir o resistir: dos caras de la misma agonía.
Por Javier Sánchez Bernal, del blog La buhardilla de Tristán.
Mañana contaremos estrellas. Si te parece bien, dividiremos el cielo en dos partes: tú contarás los luceros del lado izquierdo; yo, los del derecho. El lado amable de la noche nos acompañará durante toda la madrugada. Será como volver a ser niños, ya que la puerta del tiempo, al cerrar los ojos, se cruza con facilidad. Lo sé con certeza: no nos iremos de vacío cuando volvamos a casa juntos, unidos de la mano.
Por Juan Fernández Vicente, del blog «Poemas».
Se volvió a abrir la puerta, ocurría tres veces al día. La persona que me tenía retenido me dejó la bandeja de la comida encima de la desvencijada silla. Las primeras semanas podía alcanzarla si estiraba al máximo las cadenas. Sin embargo, desde hace un par de días me pongo de lado cuando entra en la estancia, no quiero que sepa que he conseguido liberarme. ¡Quizá mañana consiga escapar!…o pasado mañana, o al siguiente día…
Por Antonio Mompeán, del blog Lecturas de Leland Gaunt.
Cada mañana la puerta de al lado abría apenas unos centímetros, lo suficiente para que una mano rugosa y velluda saliera a recoger el periódico que dejaba el chico de la bicicleta rosa cada mañana. Durante el día apenas si había movimiento en el interior de la vivienda, pero en la noche la historia era distinta. Gruñidos, aullidos cuando la luna era llena, hasta que los hombres del hospital llegaron para llevarse a mi vecino apenas cubierto por una piel falsa.
Por Bruja Urbana, del blog Cultura Urbanita.
La vecina de al lado asomaba a cada momento por la ventana. Me esperaba, dijo que la puerta del patio estaría abierta. Yo había mostrado interés, hubo un tiempo en el que enloquecía cuando pensaba en una relación mutua. Sin embargo, cuando supe la forma en la que llevaba y concluía sus noviazgos, decidí mantenerme al margen. Obviamente, alguien más se aprovechó de la ocasión, pues en la mañana el cuerpo de ella yacía sin vida en la bañera.
Por Óscar Quijada Reyes, del blog Unas páginas más.
Todo lo sigiloso que puedo ser, cierro la puerta del dormitorio y entro en la cocina para tomar el primer café de la mañana. Me gusta tomarlo solo, en silencio y sin apenas haber despertado. El gorgoteo de la cafetera irrumpe susurrando en mis oídos, el aroma que desprende me despeja las fosas nasales, el sabor fuerte y amargo activa el sentido del gusto y el tacto cálido de la taza me reconforta. El sol empieza a iluminar por el lado derecho de mi ventana y entonces pienso que todo irá bien.
Por Antonio Jimenez, del blog Escribe y golpea.
Una mañana de noviembre todo era anuncio de verano y de fiestas, pero ella andaba perdida como no dándose cuenta que era su época preferida. No podía o le costaba calmar cansancios y ansiedades. Eso no le gustaba. Este tiempo era para abrir la puerta a la esperanza otra vez, pudiendo dejar de lado tanto agobio y temores; gozar que una vez más tenía la oportunidad de vivir de cara al río y sentir que en realidad todo se acomodaría, y abrazar a cada paso de esta espera finalmente la Navidad.
Por Diana Rosa Conti.
Sin explicárselo sentíase conducido con gran fuerza hacia una gran nave suspendida a poca distancia del suelo. Una potente luz cegó sus ojos al mismo tiempo que se sintió atrapado. ¿Cómo entró si no había puerta en ningún lado? Las paredes se volvieron transparentes, las estrellas estaban ahí, casi podía tocarlas. Un fuerte remezón sacudió su cuerpo.
─¡Pepe…! ¡Es mediodía…! ¡¿No piensas despertar esta mañana?!
Por Saricarmen, del blog Desde El Cielo.
Llaman a la puerta, levantas la vista pero te quedas quieto. Silencio. Llaman de nuevo. El gato pasa a tu lado pero no parece importarle el hecho y ni siquiera te mira. Estaba siendo una mañana tranquila hasta ahora. Vuelven a llamar con insistencia y le levantas lentamente, con algo de curiosidad. Te acercas a la entrada y olisqueas, pero no reconoces el olor. No hay humanos en casa hoy, así que quién esté llamando ya puede volver otro día.
Por Nahnnuk.
La puerta cerrándose tras de sí me despertó aquella mañana de invierno. El sonido seco y apagado, quizá, como yo misma, interrumpió mis sueños. Acabó con los que tengo al cerrar los ojos y también con los que se posan sobre mi cabeza cuando tengo los ojos bien abiertos. Suspiré, no me quedaba más remedio que empezar un nuevo día. A mi lado, una vez más, solo permanecieron el miedo y un millón de dudas.
Por Alicia.
Quisiera abrir esa puerta que me lleva a la libertad, pasar al lado de la felicidad, contagiarme y darle la máxima prioridad en mi vida. Así, con la libertad en mi mano y siendo feliz quizá una mañana saldría a las calles de mi ciudad para hablar con sus gentes y mostrarles mi estado de ánimo. Todo esto forma parte de las ensoñaciones que me produce la fiebre pero creo que lo mejor que puedo hacer en este momento es soñar porque para regresar a la realidad, ya tendré tiempo.
Por Mercedes Menéndez Aguirre.
Siempre visito la casa de mis abuelos en Jarabacoa, tierras montañosas donde siempre es primavera. Sin embargo en agosto algunas tardes llueve, eso provoca que al amanecer, por la mañana la temperatura sea muy fresca y al abrir la puerta del frente sople un viento fuerte y frio. Prefiero permanecer del otro lado de la casa desde donde se observa el bosque y no penetra la brisa, además, abrigarme bien porque es la época en que llegan los refriados y siempre me caliento con el sol de la mañana.
Por Minerva Hernández García.
Mis padres cerraban la puerta, me obligaban a dormir la siesta, y yo inventaba amigas a mi lado. Ni hoy ni mañana ni nunca les diré que de repente volé hasta el techo y sin darme un coscorrón, bajé.
Por Aurora.
Mañana, sin falta, abro la puerta y cruzo al otro lado. Es lo que me digo cada vez que tengo un sueño placentero, pero resulta que mañana lo que tengo es una puñetera pesadilla; y yo paso de quedarme en ese lado, es más trato de abrir los ojos al instante, por si la puerta se me cierra en medio de esa angustiosa oscuridad. Dicen que morirse mientras se duerme es la forma más feliz de pasar al otro lado, pero yo creo que eso dependerá de lo que estés soñando. Mejor cenar suave, por si acaso.
Por JM Vanjav, del blog jm vanjav hasta en 500 palabras +
¿Sabías que mis suscriptores conocen las palabras del reto antes que nadie?
Hola, Adella.
Me ha impacto tu relato. Aunque reconozco que esas reflexiones también me las he planteado, no lo he hecho con esa singularidad que tú has plasmado. Has conseguido que algo triste se muestre atractivo desde un punto de vista artístico.
Muchas gracias por compartirlo.
Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, Daniel.
A mí me ha gustado mucho el tono onírico y surrealista que le has dado a tu micro.
¡Gracias por tu fidelidad al reto!
Abrazo grande
Hola, Adella:
Me ha gustado mucho tu relato. Y ese cambio de la guadaña por “demasiado rimmel” me ha encantado 😀
Un beso.
Hola, Anabel, es Muerte, un guiño a Neil Gaiman. ¿Has leído Sandman?
Te lo súper recomiendo 🙂
¡Un abrazo!
Uy, sí, lo leí y me encantó. Muerte me gustaba mucho 🙂
Un beso, Adella.