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Un año de autoras: Andrea D. Morales

 

Avanzamos en la iniciativa Un año de autoras y con el cambio de mes, tenemos una nueva autora de fantasía juvenil: Andrea D. Morales.

Vamos a ver qué nos cuenta, ¿me acompañas?

 

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Descríbete en 20 palabras.

Afectiva. Leal. Generosa. Creativa. Profesional. Perfeccionista. Apasionada. Confiada. Lógica. Curiosa. Autoexigente. Justa. Familiar. Extrovertida. Asertiva. Malhablada. Irascible.

 

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¿Las escritoras sufrimos más el síndrome del impostor que nuestros compañeros de oficio? ¿Alguna vez has tenido que enfrentarte a ello? ¿Cómo lo superaste?

El síndrome del impostor es un intruso que me visita con frecuencia, como a muchísimas compañeras.
No creo que sea algo que se supera, simplemente aprendes a convivir con ello, a no darle tanto poder, a no dejar que te domine y desaliente, aunque haya días mejores en que seas capaz de vencerle y silenciarlo y días peores en que te arrastra al lodazal. El quid de la cuestión está en entender que no es casualidad que la mayoría de las personas que lo sufrimos seamos mujeres, que esto es algo inherente en nuestro género porque no recibimos el mismo reconocimiento que los hombres, ni las mismas oportunidades. Y, por tanto, estamos sometidas a una mayor presión: la de demostrar constantemente que somos válidas, meritorias y excelsas, y que por esa razón estamos aquí, ostentado este puesto. Debemos comprender que no somos impostoras, no somos malas escritoras, y que tampoco tenemos que ser la mejor del mundo para dedicarnos a este arte o a este oficio, no tenemos que ser la próxima Rosalía de Castro, ni la próxima Ana María Matute, ni la próxima Zenobia Camprubí o Jane Austen.

 

Está claro que las mujeres no jugamos en la misma liga ni con las mismas reglas a la hora de presentar nuestras propuestas literarias, ¿qué cambio consideras imprescindible para hacer la igualdad literaria real?

Dado que este problema es consecuencia directa de la sociedad patriarcal en la que hemos sido criados y que nos afecta a absolutamente todos, para que el cambio desembocara en una solución real este debería ser estructural.
Si nos ceñimos en exclusivo al panorama literario deberíamos considerar varios aspectos: En primer lugar, que no existe la literatura «de mujeres» ni «para mujeres», que la literatura romántica también tiene autores masculinos y es consumida por hombres, por mucho que se haya concebido hasta ahora como algo femenino debido a la asociación de «amor» y «sentimentalismo» como algo característico de nosotras. En segundo lugar, que la literatura romántica, la infantil, la juvenil y la fantástica (en la que hay preeminencia femenina) no son géneros menores, no hay que colgarles la etiqueta de «mala literatura», ni pensar que las mujeres han tendido a escribir estos géneros porque su pluma no es lo suficientemente buena, ni por la tendencia al cuidado o al maternaje. Al contrario, se han ocupado los poquísimos puestos que nos han cedido los hombres, los que a ellos no les interesaba porque los desdeñaban. Esto implica que la novela negra e histórica tampoco debería ser percibida como género mayor, no son libros más serios por el simple hecho de tocar temas «más profundos», ni por la presencia de sangre o violencia, ni por haber una mayor autoría masculina. De hecho, muchas mujeres nos dedicamos a ello y, sin embargo, siguen resonando los nombres de autores, no de autoras.
Con respecto a la novela negra, pues lo mismo también vendría ayudando que las víctimas de las historias no siempre fueran mujeres, mujeres jóvenes y atractivas, para más inri, y que son asesinadas en escabrosas circunstancias. Convendría que no fueran descritas con un regodeo enfermizo, paladeando cada curva de su cuerpo y haciendo hincapié en sus turgentes senos pese a ser fríos cadáveres, sexualizándolas.
El paternalismo, además, con el que se nos trata a las autoras jóvenes cuando despuntamos con alguna novela da para hacer un artículo entero.
Como conclusión, hay mucho trabajo por delante y, al final, como venía comentando, cambiar el panorama literario sin que se hayan producido transformaciones en todos los ámbitos, en la propia mentalidad colectiva, sería un imposible.

 

Ahora, hablemos de ti:

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¿Cuándo fue la primera vez que pensaste «yo quiero ser escritora»?

Creo que no hay una fecha concreta porque siempre ha sido una constante en mi vida. Sé que el momento exacto en el que dije «yo quiero escribir novela histórica» fue cuando leí Los Borgia, de Mario Puzo, en el primer trimestre de 2013, ya muy cerca de la selectividad. Ese libro marcó un antes y un después.

 

Dinos tu mejor truco para enfrentarte a la temida hoja en blanco.

Coger al toro por los cuernos, es decir, sentarme y ponerme a ello, sin darle más vueltas. Escribir.

No hay más.

 

¿Tienes alguna manía a la hora de escribir?

Unas cuantas, pero la más importante es el silencio, no puedo escribir en un entorno ruidoso, del mismo modo que no puedo escribir con una serie de fondo ni escuchando una canción de la que me sepa la letra. O silencio absoluto o bandas sonoras de películas que estén relacionadas con la ambientación de la novela.

 

¿Qué consejo darías a una escritora que empieza?

Que no se preocupe por la publicación, que simplemente escriba la historia que le apetezca, la que quiera contar, y que la disfrute, que se deje llevar por ella y no piense en nada más. Ya todo se andará.

 

Tu punto fuerte como escritora es…

Diría que las descripciones, soy muy concienzuda con ellas e intento que sean lo más visuales posibles. También la representación de los sentimientos más dolorosos a través de metáforas, en especial el desamor, la traición, el rencor, la pérdida, la rabia y el duelo.

 

¿Y tu punto débil?

Las escenas de acción, tampoco es que sean precisamente mis favoritas, prefiero aquellas en las que se desarrolla la relación de los personajes, en las que abundan conversaciones y afloran sentimientos.

 

¿Qué libro te hubiera gustado escribir?

La canción de Aquiles, de Madeline Miller. Creo que mezcla todos los elementos que tienen mis novelas: historia, tragedia, amor imposible, la pizca justa de dulzor y debacle final.

 

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¿Qué género te gusta más y cuál menos?

El que más disfruto suele ser la novela histórica y el que menos el terror, no es algo que me apasione. De hecho, huyo de él.

Yo también.

 

Último personaje del que te has enamorado, propio o ajeno.

Ajeno, Nick Nelson, de Heartstopper (de Alice Oseman). Es que ese muchacho es monísimo. Y propio, Ali al-Attar y Jimena, de mi nueva novela La última sultana.

 

¿Qué libro (poco conocido) crees que todo el mundo debería leer?

Somos Píxeles, de Lucía G. Sobrado, y El legado de las Dryden, de Cristina Murillo Muela. El primero por el correcto tratamiento de las relaciones tóxicas y la violencia de género, el segundo por ser adictivo y ofrecernos un mensaje familiar precioso.

 

¿Qué libro, que parece que a todo el mundo le encanta, a ti no te gustó nada?

La ira y el amanecer, de Renée Ahdieh. Ni siquiera continué con el segundo.

 

¿Cuál fue el último libro que te dejó resaca lectora?

La chica de hielo, de Andrea Tomé, y Las bestias olvidadas de Eld, de Patricia A. McKillip. Maravillosos los dos.

 

¿Prefieres leer en papel o en digital?

En papel, así puedo subrayar frases, doblar páginas, poner post-its y doblar el libro.

 

Si pudieses vivir en un libro, ¿cuál sería?

Me lo pones difícil porque la mayoría de mis libros favoritos son novela histórica, y no querría morir a causa de la fiebre del pantano ni padecer guerra alguna, así que las posibilidades se reducen a: El Gran Gatsby, Noche en Tintagel y Reflejos de Shalott.

 

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Color favorito: aguamarina.

Verano o Invierno: entretiempo.

Una canción: Red, de Taylor Swift.

Un placer culpable: no creo en la culpabilidad de los placeres que disfrutamos, así que ninguno.

Tu mayor virtud: la lealtad.

Tu palabra favorita: ayuntamiento carnal.

No puedo vivir sin… mi gente.

 

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Estás paseando por un bosque y encuentras a un elfo que está tratando de cazar a un gnomo, ¿qué haces?

Si el elfo es Légolas, pedirle matrimonio.

 

¡Gracias por contestar!

Dinos, ¿dónde podemos encontrarte?

Twitter: @AndreaDlrm
Instagram: @andreadlrm

 

Ahora que se ha ido, dime, ¿qué te ha parecido la entrevista?

 

¿Conocías a Andrea D. Morales?

 

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