Sinopsis

En esta obra insólita, Pennac, profesor de literatura en un instituto, se propone una tarea tan simple como necesaria en nuestros días: que el adolescente pierda el miedo a la lectura, que se embarque en un libro como en una aventura personal y libremente elegida. Todo ello escrito como un monólogo desenfadado, de una alegría y entusiasmo contagiosos: “En realidad, no es un libro de reflexión sobre la lectura -dice el autor-, sino una tentativa de reconciliación con el libro”. Este antimanual de literatura concluye con un decálogo no de los deberes, sino de los derechos imprescindibles del lector.

 

 

Mi opinión

Hace unos meses hice un booktag sobre los derechos del lector que me encantó y Ali, del blog El baúl de Sherezade, comentó que esos derechos aparecían en esta novela. En ese momento entró en los primeros puestos de mi lista de pendientes, y hoy te traigo mi reseña.

Lo primero que tengo que decirte es que este no es un libro para leer con prisa, Es estilo de Pennac se aparta un poco del lenguaje objetivo y frío que solemos encontrar en un ensayo. Tiene un toque literario, poético, y requiere una lectura pausada y reflexiva.

La línea principal de la historia consiste en un padre que intenta que a su hijo adolescente le guste leer. A través de él, Pennac reflexiona sobre el acto en sí y de paso, deja algunas conclusiones muy interesantes sobre la sociedad moderna. Pero está escrito en 1992, me gustaría saber qué opina de la sobreestimulación a la que están sometidos los adolescentes del 2015.

Alude a una idea de la que estoy oyendo hablar mucho últimamente; el aburrimiento como fuente creativa. Hay que dejar que los niños se aburran para que inventen su propia manera de entretenerse.

Cita una las frases más repetidas cuando intentamos inculcar el amor por la lectura: “hay que leer”, pero advierte que esas palabras hacen automáticamente que los niños no tengan ganas de leer. Esa frase se ha convertido en un dogma que muchas personas repiten sin sentir una necesidad real. Si estás leyendo esto es porque tú la conoces muy bien, esa ansía, ese impulso de leer unas páginas más, un capítulo más, sin tener en cuenta la vida que se despliega a tu alrededor.  

El autor cita algunos motivos concretos por los que los adolescentes no quieren leer (miedo a no entender o ver el libro como una amenaza de eternidad), y los desmonta, ofreciendo soluciones útiles.

Y prácticamente al final, nos regala sus maravillosos derechos del lector:

 

  1. Derecho a no leer.
  2. Derecho a saltarnos páginas.
  3. Derecho a no terminar un libro.
  4. Derecho a releer.
  5. Derecho a leer cualquier cosa.
  6. Derecho al bovarismo.
  7. Derecho a leer en cualquier sitio.
  8. Derecho a hojear.
  9. Derecho a leer en voz alta.
  10. Derecho a callarnos.

 

En resumen, es la obra que todo amante de los libros debería leer.

 

No apto para los que buscan una lectura ligera. Recomendable si tienes hijos y no sabes cómo inculcarles tu amor por la lectura.

Nota: Excelente.

«Así descubrió la paradójica virtud de la lectura, que consiste en abstraernos del mundo para encontrarle un sentido».

 

¿Sueles leer libros de no ficción?

¿Conocías los mandamientos del lector de Daniel Pennac?