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Un año de autoras: 2022

 

Este mes se cumplen cinco años de la iniciativa Un año de autoras creada por María del Mar González Gómez, en un blog que ya ni existe.

La iniciativa se fraguó en diciembre de 2017, con la idea Esta Navidad regala autoras, que yo aproveché para hablar de autoras de fantasía juvenil en este post.

Inicialmente éramos varios blogueros, pero solo quedo yo. Hay gente que incluso piensa que la iniciativa es mía, comprensible.

A lo largo de este tiempo he podido descubrir y conocer mejor a autoras maravillosas, pero en los últimos meses la vida me está llevando por otro camino y ha llegado el momento de dar por finalizada esta sección.

En el último post del año, como ya es tradición, toca repasar la lista y recordar algunas de sus respuestas. Esta vez sirve también de broche final a la iniciativa.

En 2022 han pasado por mi blog las fantásticas: Alethia Martínez, Lorena Grande, Maeva Nieto, Ana Segarra, Laura Morán, Andrea D. Morales, Marta Canino, Gema Moratalla, Magali Rodríguez Mátar, Nessa McDubh, Esther Magar y Cristina Grela.

Esto son solo extractos, si quieres leer las entrevistas completas, están aquí.

¿Vamos a ello?

 

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Sobre el papel de las mujeres en el panorama literario actual

 

Alethia: Creo que es importante que todos nos apoyemos entre todos por igual, sin que el género del autor determine nada.

Lorena: Lo primero y principal, que nos tomen en serio. Hay quien piensa que las mujeres solo sabemos escribir para otras mujeres, y eso no es cierto. En el género de la romántica, esa afirmación es aún más contundente, a pesar de que no tiene fundamento alguno. Por suerte, estamos en un momento en el que la mayoría de las editoriales ya no son tan cerradas de mente y acogen nuestras propuestas con los brazos abiertos. El progreso y el avance de nuestros derechos han propiciado ese cambio de mentalidad. Gracias a ello, hoy en día las mujeres podemos decir sin miedo que somos escritoras.

Maeva: Alcanzar la igualdad en la literatura tendría que pasar primero por alcanzarla en todos los ámbitos. No creo que se consiga una equiparación entre los hombres, las mujeres y las personas NB en ámbitos separados, sino que debe ser algo general. Mientras siga existiendo algún tipo de desigualdad habrá quienes la extrapolen al resto de actividades. Por ejemplo, no creo que llegue a conseguirse una igualdad real en la literatura antes que en la ciencia. Si alguien dice: «las mujeres son menos inteligentes y por eso no sirven para las matemáticas» siempre habrá otra persona que diga «pues tampoco para la literatura». Por eso considero que es de vital importancia el trabajo transversal y la visibilidad en todos los ámbitos. Este tipo de cambios comienzan por ahí, por la educación, la visibilidad y el apoyo mutuo de los grupos invisibilizados, en este caso, las mujeres.

Ana: Creo que aquí, igual que antes, depende mucho del género que escribas. En otros no sé cómo será, pero en el mío jamás he sentido que se me pusieran las cosas más difíciles por ser mujer. Al contrario que en otros ámbitos de la vida (por ejemplo, cuando quise acceder a una oferta laboral y me dijeron que querer tener hijos en un futuro iba a ser un problema), en la escritura nunca me he encontrado con ese techo de cristal. Siento que no he tenido más barreras que un hombre a la hora de acceder al mercado editorial y que no he tenido que demostrar mi valía por el hecho de ser mujer.
Sin embargo, si pienso en otros géneros, donde sí que es verdad que se nota una brecha entre sexos (estoy pensando en grandes premios —donde es más habitual que sean los hombres los que ganen— o en el mayor número de escritores hombres que hay frente al de mujeres), poco se me ocurre qué hacer, salvo seguir insistiendo en la gran calidad que hay en las obras escritas por mujeres. Como lectores, apostar por la literatura femenina, y como editores, valorando las obras por igual.

Laura: Creo que el cambio principal ya lo estamos viendo: les lectores no se conforman con los mismos autores de siempre; quieren leer autoras y quieren lecturas diversas, y eso se está reflejando en el panorama de la edición independiente. Cada vez hay más editorials que apuestan por autoras, autoras noveles o autoras no anglosajonas y eso está enriqueciendo mucho el mundo de la literature. El siguiente paso sería que los grandes grupos también apostaran por esa diversidad, pero eso es algo que todavía queda lejos.

Andrea: Dado que este problema es consecuencia directa de la sociedad patriarcal en la que hemos sido criados y que nos afecta a absolutamente todos, para que el cambio desembocara en una solución real este debería ser estructural.
Si nos ceñimos en exclusivo al panorama literario deberíamos considerar varios aspectos: En primer lugar, que no existe la literatura «de mujeres» ni «para mujeres», que la literatura romántica también tiene autores masculinos y es consumida por hombres, por mucho que se haya concebido hasta ahora como algo femenino debido a la asociación de «amor» y «sentimentalismo» como algo característico de nosotras. En segundo lugar, que la literatura romántica, la infantil, la juvenil y la fantástica (en la que hay preeminencia femenina) no son géneros menores, no hay que colgarles la etiqueta de «mala literatura», ni pensar que las mujeres han tendido a escribir estos géneros porque su pluma no es lo suficientemente buena, ni por la tendencia al cuidado o al maternaje. Al contrario, se han ocupado los poquísimos puestos que nos han cedido los hombres, los que a ellos no les interesaba porque los desdeñaban. Esto implica que la novela negra e histórica tampoco debería ser percibida como género mayor, no son libros más serios por el simple hecho de tocar temas «más profundos», ni por la presencia de sangre o violencia, ni por haber una mayor autoría masculina. De hecho, muchas mujeres nos dedicamos a ello y, sin embargo, siguen resonando los nombres de autores, no de autoras.
Con respecto a la novela negra, pues lo mismo también vendría ayudando que las víctimas de las historias no siempre fueran mujeres, mujeres jóvenes y atractivas, para más inri, y que son asesinadas en escabrosas circunstancias. Convendría que no fueran descritas con un regodeo enfermizo, paladeando cada curva de su cuerpo y haciendo hincapié en sus turgentes senos pese a ser fríos cadáveres, sexualizándolas.
El paternalismo, además, con el que se nos trata a las autoras jóvenes cuando despuntamos con alguna novela da para hacer un artículo entero.
Como conclusión, hay mucho trabajo por delante y, al final, como venía comentando, cambiar el panorama literario sin que se hayan producido transformaciones en todos los ámbitos, en la propia mentalidad colectiva, sería un imposible.

Marta: Dejar de asociar el género femenino a determinados géneros literarios (como que los hombres escriben novela negra y las mujeres romántica) y, también, dejar los tópicos. Como que nosotras escribimos solo novelas intimistas y no con otro tipo de estilos. Creo que, aunque esté muy utilizada la palabra, una parte nos corresponde a nosotras, a empoderarnos y reclamar nuestros espacios, también en la literatura.

Gema: En cuanto a lo que las editoriales publican, lo último que sé por la prensa es que en 2020 la proporción estaba en 40% (libros publicados por mujeres) y 60% (libros publicados por hombres). No me parece una brecha alarmante si lo comparamos con otros sectores. Creo que es algo que irá evolucionando a medida que la sociedad siga avanzando. Eso si sigue avanzando. Esperemos que sí.
En cuanto a la lectura, me consta que gracias a iniciativas como Un año de autoras, o LeoAutorasOct, algunas personas han reflexionado sobre lo que leen y han modificado en parte sus elecciones, abriéndose a leer más autoras.

Magali: Romper los esquemas sobre qué tipo de literatura es «de mujer» y «de hombre», lo cual hará que se cambie el punto de vista para con el autor y el lector. Trabajo en librería y, muchas veces por desgracia, está el típico comentario de: «mira, quiero un libro pero es para un NIÑO». Con O. No puedes ofrecer literatura juvenil que pueda parecer «femenina» por la portada, da igual lo bueno que sea el contenido. Pues eso hay que cambiarlo para el lector.
Y luego en lo que es el nicho, que se vea que los hombres escriben romántica igual que nosotras nos desenvolvemos en el género (fantasía, ciencia ficción y terror) y disfrutamos matando gente.

Nessa: Que nos dejemos de todas esas tonterías que solo sirven para enfrentarnos los unos a los otros. Ni son mejores que nosotras ni nosotras mejores que ellos. Somos diferentes y ambos nos necesitamos; ambos tenemos nuestras luces y nuestras sombras. Cuando comprendamos que nos complementamos y formamos un equipo, lograremos avanzar. Hasta entonces, seguiremos con esta absurda lucha del «y tú más» y a ver quién logra pisar más al otro. Una guerra de la que ya me empiezo a cansar soberanamente. No soy mejor que Ken Follet, ni él es mejor que yo. Somos diferentes y ambos contamos nuestras historias desde nuestras emociones. Él es un best seller porque dio un pelotazo con «Los Pilares de la tierra», pero antes de ello tuvo un largo trayecto del que estuvo a punto de bajarse. Belén Esteban es best seller y me voy a reservar mi opinión al respecto, pero a la editorial le interesa mucho más su historia que la mía. ¿Por qué? Pues porque vende más y tiene un séquito de seguidores que yo jamás tendré. ¿Me enfado porque a ella le hacen más caso que a mí? No, es lo más lógico, si lo miras desde el punto de vista empresarial. Y es una mujer.

Esther: Ojalá lo supiera. Creo que es cuestión de acabar con los prejuicios que aún perduran. Supongo que cuando deje de haber géneros literarios de primera y de segunda (casualmente, se consideran de segunda aquellos en los que predominan las autoras) y no se hable de «literatura para mujeres», una etiqueta a la que no le veo ningún sentido, se dará un paso enorme.

Cristina: Un cambio en el mundo, porque el problema no es en la literatura en concreto, si no en todo en general.

 

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Si estás empezando a escribir, ellas te aconsejan

 

Alethia: Que hable mucho consigo mismo y que no tema lo que encuentre dentro. Hasta nuestras sombras pueden guiarnos mientras contamos una historia.

Lorena: Que disfrute escribiendo y no se le olvide jamás por qué empezó. Que sea paciente y no se exija tanto a sí mismo. Es imposible tener un sello propio desde el inicio, hay que ser constante y estar abierto al aprendizaje. Y leer, por supuesto. Si no lees, es poco probable que pueda crecer como autor.

Maeva: Que no se obsesione con la perfección ni con la velocidad, sobre todo que no se compare con el resto. Ahora vivimos en un mundo hiperconectado e inmediato en el que da la sensación de que no existes si no aportas contenido rápido y además de calidad. Pero, por desgracia, la mayoría de las personas o hacemos una cosa o la otra. Una de las cosas que peor me hacen a mí es compararme con otras autoras de mi edad o más jóvenes. «Jo, es que Fulanita tiene un año menos que yo pero ya tiene seis libros y yo solo cuatro». NO. Tranqui, ve con calma. Tú eres tú y tus condiciones. Fulanita es Fulanita y las suyas. No sois iguales, no tenéis que serlo para ser válidas las dos.

Ana: Quizás está muy manido, pero solo hay dos consejos importantes para una persona que empieza: que no decaiga y que lea mucho. El camino es difícil y es posible que no se obtengan los resultados que uno espera con su primer trabajo. Ni con el segundo ni el tercero. Pero no hay que decaer, hay que seguir intentándolo. Y, en cuanto a la lectura, es imprescindible. Hay que leer de todo, fijarse bien en cómo lo hacen los otros y leer con «ojo de escritor». Se aprende una barbaridad.

Laura: Tu primera novela terminada no tiene que ser tu obra magna. De hecho, con suerte, será tu peor obra. Termínala y pasa a la siguiente, o corres el riesgo de quedarte atascada para siempre en la primera.

Andrea: Que no se preocupe por la publicación, que simplemente escriba la historia que le apetezca, la que quiera contar, y que la disfrute, que se deje llevar por ella y no piense en nada más. Ya todo se andará.

Marta: Que no tenga miedo y no se autosabotee. Todo es empezar. Y si es su sueño, que sea constante. Con el tiempo verá cómo sus escritos mejoran y la perfección es una utopía. Aunque una utopía que nos mantiene en marcha.

Gema: Que no se plantee ganar dinero, ni vivir de esto. Que no piense que va a tener multitud de lectores o admiradores. Hay que disfrutar del proceso, sin presiones, como el que tiene otras inquietudes, ya sean macramé, senderismo o tocar el ukelele. Lo importante es el hecho de escribir.

Magali: No te compares con nadie. Sos único, y eso es lo más importante de todo. Esta vocación da miedo. Estás creando vida de la nada, de tu imaginación. Que nada te detenga. Menos que nadie, vos mismo.

Nessa: Nunca dejes de formarte, de leer con visión crítica y pierde el miedo (te lo dice una que tiembla con cada publicación, pero bueno…). Todos los comienzos son duros y hay que armarse de paciencia. Hay que trabajar mucho la mente para soportar el esfuerzo y las posteriores críticas, que las habrá, y esas hay que tomárselas como un aprendizaje más y no como un ataque hacia tu persona. No son más que valoraciones subjetivas de las que puedes aprender mucho. Incluso las hay tan ingeniosas que te sacan una buena carcajada. No hay mal que por bien no venga, todo es perspectiva.

Esther: Que no tenga prisa por publicar, que todos necesitamos aprender y evolucionar antes de mostrar nuestras obras al mundo. Y, por supuesto, que cuenten con profesionales que los ayuden a pulir sus textos. Hasta los grandes tienen correctores, eso no los hace peores escritores.

Cristina: Que lea mucho, escriba mucho y estudie mucho, por ese orden.

 

Apunta sus lecturas recomendadas:

 

El arte de amar, de Erich Fromm.
Por Caro, al fin del mundo, de David Barberá; Escuadrón Contra Criaturas Paranormales, de María Leiva; Reinos de Naztergos, de Lara C. Pérez; Reflejos de mi alma, de Alys Marín; El chico sin encanto, de Laura Mars; El mal que habita entre nosotros, de Sara Alonso Barber; Las Guerras del Sur, de Martin Lee; La vida sin fin, de Jorge Gonex; cualquiera de Silvia M. Díaz; y Me defino enigma, de Paula Iglesias.
La saga de El Tensorado, de Neon Yang.
El precio de un ángel de cobre, de Marta Cerviño.
Somos Píxeles, de Lucía G. Sobrado, y El legado de las Dryden, de Cristina Murillo Muela.
Campos de fresas, de Jordi Sierra I Fabra.
Dieciocho engranajes o Uno, de Nieves Delgado. Fractal, de Jose Antonio Cotrina.
La biblioteca del Monte Char, de Scott Hawkins.
Rimas y leyendas, de Gustavo Adolfo Becquer o Mucho ruido y pocas nueces, de Shakespeare.
Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo.
Dame mi nombre, de Adela Castañón.

 

Estas han sido sus palabras favoritas:

 

Hielo, superación, paradigma, humanidad, balaustrada, ayuntamiento carnal, resiliencia, amor, adminículos, joder y leches, presagio y familia.

 

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Y por supuesto, la pregunta más importante de todas:

Estás paseando por un bosque y encuentras a un elfo que está tratando de cazar a un gnomo, ¿qué haces?

 

Alethia: Oh, no… los elfos y los gnomos firmaron un tratado de paz hace años. ¿Por qué lo incumpliría ese elfo? Parece peligroso y fuera de sí, no cuadra con su naturaleza pacífica. No puedo proteger al gnomo, es demasiado tarde y el elfo podría darme caza a mí también. ¡Debo avisar a los reyes de inmediato!

Lorena: Me acerco al elfo, le pregunto por qué intenta cazar al gnomo y me uno a la búsqueda, aunque solo sea por conocer también al gnomo. ¡Así se puede comenzar una nueva aventura! (Y si no, que se lo digan a Bilbo, que siguió a un grupo de enanos hasta la Montaña Solitaria).

Maeva: Pues teniendo en cuenta que hace poco intenté mediar entre dos palomas que se estaban peleando, supongo que intentaría intervenir y por lo menos intentar comprender si el elfo está dando caza al gnomo por supervivencia, deporte o es que el gnomo es un terrible criminal al que hay que meter entre rejas.

Ana: Documentarme para escribir la mejor novela de mi vida y ayudar al gnomo como pudiera (aunque, con lo ariscos que son, igual me llevaba un bocado).

Laura: Ayudo al gnomo a escapar, ¡pobre gnomo!

Andrea: Si el elfo es Légolas pedirle matrimonio.

Marta: Lanzar una piedra en otra dirección para confundirle. Tratar de salvar al gnomo.

Gema: Embaucaría al elfo que me explicara el por qué de la caza y le convencería para que dejara al gnomo contar su versión. Acabaríamos los tres sentados alrededor de una hoguera contando historias. (Es una partida de rol. Tiremos los dados a ver si sale bien, jeje).

Magali: Pegarle al elfo. Vamos a dar por hecho que puedo pegarle xD. Que igual el gnomo es chungo, típico leprechaun estafador, pero los elfos son muy clasistas. Tengo demasiadas preguntas, eso dejaría al elfo confuso.

Nessa: Ligarme al elfo e irnos juntos a Rivendel.

Esther: Ayudar al gnomo, por supuesto. Solidaridad con los de mi tamaño.

Cristina: Ponerme al lado de ambos y comprobar si alguno es más alto que yo.

 

¡Millones de gracias a todas las autoras que me han acompañado durante estos cinco años!
Y a ti, por seguir y apoyar esta iniciativa.
Nos seguimos leyendo.

 

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