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Para escribir un libro, hay que empezar por el principio

 

¿Recuerdas que te dije lo importante que era un buen principio?

Hoy traigo unos buenos comienzos más, a ver cuántos reconoces.

 

¿Juegas?

 

1. Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí ha hablarles de su vida privada.

 

2. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

 

3. Alicia estaba empezando ya a cansarse de estar sentada con su hermana en la orilla del río sin hacer nada.

 

4. Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se llamaba: Historias vividas, una magnífica ilustración. Representaba una serpiente boa que devoraba a una fiera. He aquí la copia del dibujo.

 

5. Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, es áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre.

 

6. Era ya de noche, una noche de finales de mayo, y un chico de trece años subía en bicicleta por una carretera comarcal, bordeada de altas coníferas, de regreso a su casa, una granja junto a un pequeño bosque.
Se llamaba Jack.

 

7. Era una noche fría y volvía a nevar. Estaba sentada encima de mi cama, observando el acontecimiento desde la ventana de mi habitación. Todo estaba muy oscuro, aunque había alguna cosa un tanto extraña que transformaba esa oscuridad en luz.
«Es la luz que inspira la Navidad», pensé.

 

8. El príncipe Raoden de Arelon despertó temprano esa mañana, completamente ignorante de que había sido condenado para toda la eternidad. Todavía adormilado, Raoden se incorporó, parpadeando con la suave luz de la mañana. Por las ventanas abiertas de su balcón podía ver la enorme ciudad de Elantris en la distancia, sus murallas desnudas proyectando una profunda sombra sobre la ciudad más pequeña de Kae, donde vivía Raoden.

 

9. No debería haber caído en la tentación. Eso fue lo que pensó Kestrel mientras recogía las monedas de los marineros de la mesa de juego improvisada que habían montado en un rincón del mercado.

 

SOLUCIONES

 

Recorre con el cursor estas líneas para verlas. Comprueba las que has acertado y pon los números en un comentario (no des las respuestas para que los que vengan después también puedan jugar).

 

DESDE AQUÍ.

1. El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger.

2. Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

3. Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.

4. El principito, de Antoine de Saint-Exupéry.

5. Olvidado Rey Gudú, de Ana María Matute.

6. La resistencia (Memorias de Idhún), de Laura Gallego.

7. Angela. El despertar del amor y la espiritualidad, de Lídia Castro Navàs.

8. Elantris, de Brandon Sanderson.

9. La maldición del ganador, de Marie Rutkoski.

HASTA AQUÍ.

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